La cotorra argentina (Myiopsitta monachus) es una especie de ave psitaciforme de la familia Psittacidae. Mide 30 cm de largo y pesa 140 g en promedio. Se caracteriza por su color verde claro, más grisáceo hacia el pecho. Pico color cuerno y patas grisáceas. La especie se distribuye de forma natural en América del Sur y ha sido introducida en numerosos países alrededor del mundo. Se adapta muy bien a distintas condiciones ambientales ya sean tropicales, templadas o frías. La UCN2019-1 clasifica a la especie en su categoría de preocupación menor. Esta cotorra es apreciada como mascota para el hogar.
Es de tamaño pequeño, de entre 28 y 31 cm de largo, y tiene entre 120 y 140 g de peso. Su plumaje es de un verde brillante, con las alas verdes azuladas; la frente, mejillas, garganta, pecho y vientre son grises claros. Su cola es larga y puntiaguda, de color verde, como el dorso; el pico es ocre y las patas son grisáceas.
Es originaria de Sudamérica, de la zona centro y sur, desde Bolivia y Brasil hasta Argentina, Paraguay y Uruguay. Las introducciones por parte del humano, al comprarla enjaulada y liberarla después, la han extendido por numerosos países de América, Europa, Asia y África, como Chile, Estados Unidos, México, Francia, España, Italia, Portugal, Reino Unido, Holanda, Bélgica, Grecia, Israel y Marruecos, entre otros. En Argentina originariamente se encontraba solo hasta el sur de la provincia de Córdoba pero, con el avance del hombre y la forestación que tuvo lugar en la pampa húmeda, hoy día se hallan colonias hasta en el sur de la provincia de Buenos Aires, lo que hace notar su enorme capacidad de adaptación a otros climas y ecosistemas.
Las cotorras son animales muy inteligentes y de una adaptabilidad muy flexible. Desarrollan su vida en grupos sociales de gran complejidad llegando a construir nidos comunales en la mayor altura posible disponible, generalmente en los árboles. Es la única especie de loro que construye sus propias nidificaciones utilizando ramas.
Posee una gran adaptación alimentaria y suele explotar diversos recursos alimenticios, esto es gracias a la gran adaptabilidad morfológica conformada por un pico muy fuerte y versátil como una estructura flexible de sus patas que le permite trepar en la vegetación y asir alimentos.
En la naturaleza vuelan en ruidosas bandadas a gran velocidad, nunca levantando las alas por encima del cuerpo, y aleteando constantemente.
Es capaz de emitir una amplia variedad de chillidos y graznidos, también puede vocalizar o imitar palabras.
Es una especie principalmente granívora; en la naturaleza se alimenta de semillas de plantas tanto silvestres como cultivadas. Entre las primeras se destacan las semillas de cardo; entre las segundas muestra preferencia por el sorgo, el maíz y el arroz. También consume frutos y flores, así como insectos adultos y sus larvas. Pese a la importancia de los elementos vegetales en su dieta, si la ocasión se presenta, las cotorras monje pueden alimentarse de la carne de animales muertos.
Son aves altamente gregarias. Construyen un nido, al contrario que la mayoría de los loros. Nidifican comunitariamente, construyendo nidos que pueden llegar a ser bastante grandes, utilizando ramas de plantas espinosas entretejidas, y compartiendo cada nido un buen número de parejas. El nido lo ubican en árboles o en estructuras artificiales, como torres de radiocomunicación o tendidos eléctricos.
Ponen de cinco a ocho huevos por nidada, y la incubación dura unos veintiséis días. Los huevos se adaptan a cualquier tipo de climas templados o tropicales; esto se da por la protección térmica que proporcionan las cámaras de los nidos coloniales.
Sus principales depredadores naturales son las aves rapaces y la comadreja colorada (Lutreolina crassicaudata).
Se ha introducido en muchos lugares como mascotas que se liberaron y se liberan en la actualidad deliberadamente o por accidente y se asilvestraron. Aunque muchos artículos periodísticos repiten que compite o desplaza a las especies autóctonas como el gorrión común (Passer domesticus), parecen estar basados en el imaginario colectivo, ya que no existe un solo estudio científico que apoye la teoría de que afectan negativamente a ninguna especie animal fuera de Sudamérica. Aun así, se ha constatado situaciones de competencia alimentaria por los frutos de Phoenix spp. con el mirlo común (Turdus merula), con el cual convive en el área metropolitana de Barcelona, que se manifiestan en ataques y expulsiones por parte de Myiopsitta monachus.